LA PROSTITUCIÓN DEL LENGUAJE.
¿Tiene el lenguaje esa propiedad? La de prostituirse, expongo. ¡No! Si mantuviera esa aseveración, estaría haciendo lo mismo que a continuación voy a criticar. Aunque claro, en nuestra fragilidad humana, lo hacemos con frecuencia. El lenguaje está al servicio de sus hablantes. Bien pueden los académicos, lingüistas y toda la cohorte que se atribuye competencias sobre el lenguaje, tratar de hacerlo discurrir por unos cauces, más o menos estrechos o anchos, según percepción del usuario; es este último, en todo caso, quien tiene esa opción: la de usarlo dignamente o la de prostituirlo. No nos referimos, en esta ocasión, al usuario individual, sino al de grupo, asociación, especialmente al institucional.
Ya en la segunda mitad del siglo XIX, se acuñó el término de Dictadura del Proletariado, concepto revanchista propio del marxismo, cuya idea era, sin duda, que si la dictadura es ejercida por los buenos, es decir por los nuestros, ésta es buena. Conclusión falaz donde las haya. Esta perversión del lenguaje se ha mantenido, sobre todo, por las llamadas izquierdas hasta nuestros días.
Cuando los movimientos feministas tomaron fuerza, mucha fuerza, vio el poder que era bueno, pues tenía un nuevo instrumento de dominación, de blanquear imagen, y enarboló la idea de la Discriminación Positiva. Aquí se pretendía que si a un sustantivo negativo, se le añadía un adjetivo bondadoso, el término resultante pasaba a ser positivo. Pues craso error; la discriminación no deja de ser discriminación, aunque la idea caló en las mentes influenciables de gran parte de la población; especialmente de muchos hombres, especialmente en público. Posteriormente, la palabra discriminación, pasó a ser arma arrojadiza y solo se podía enunciar desde lo políticamente correcto, precedida del prefijo, anti. Así el concepto se suavizó y pasó a llamarse, Acciones Positivas que, en resumen, respondía a la misma idea: primar unos colectivos en detrimento de otros. Convencer a una persona, en este caso mujer, que es plena y tiene todos los atributos para realizarse, de que es inferior y que necesita de la protección del estado. Sólo a quien se considera inferior, se le da ventaja en una carrera; ¿no es así?
Si nos centramos en la imagen que ilustra este escrito, hallamos otro ejemplo más que interesante: material humanitario, material humanitari, en lengua vernácula valenciana.
Veamos, queridos ideólogos, el material, en principio es neutro, si bien podría funcionar con algunos adjetivos, como pudiera ser: químico, pirotécnico, genético, etcétera. Ahora bien, material humanitario… ¿Qué entelequia es esa? El material, como decíamos es neutro, aunque las mantas den calor, la comida alimente, la ropa vista, las medicinas creen la ilusión de curar.
Humanitario podría ser el gesto, la actitud, acaso la conducta.
Vivimos tiempos pérfidos para el buen uso del lenguaje, promocionando iniciativas que lo prostituyen y aún más, empobrecen el idioma, vehículo cada vez menos reconocible.
Según el diccionario de la lengua española de la RAE, que aún tiene una teórica vigencia, como la tiene la tan maltratada Constitución Española, la voz, prostituir, aparte de la referencia al comercio sexual, establece como segunda acepción: Deshonrar o degradar algo o alguien abusando con bajeza de ellos para obtener un beneficio.
Tratemos el lenguaje y el idioma con dignidad. Es una propuesta.
El Morocho del Abasto.