DE DONALD TRUMP A MIGUEL BOSÉ.
Tuve la ocasión de ver un video filtrado o infiltrado, nunca se sabe, en el que se apreciaba al entonces presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ensayando un discurso que no le salía, pues le forzaban a decir algo que él no quería. Además, le recriminaban de muy malos modos. ¿Quién se atreve a ordenar y recriminar, qué ironía, al hombre más poderoso de la tierra?; eso se nos decía a los de mi generación cuando niños y jóvenes. El Presidente de los Estados Unidos, el hombre más poderoso de la tierra, ja, ja; es un títere al servicio de unas élites mundiales, globalizadoras, se dice hoy en día, compuestas por unos individuos, algunos conocidos como Bill Gates o George Soros, otros desconocidos, al menos por este escribidor.
También supimos que al presidente Trump, tan activo en Twitter a la sazón, todo lo presidente que era, el más poderoso de la tierra, ja, ja, de nuevo, le quitaron la cuenta de Twitter igual que hacen con cualquier “conspiranoico” de medio pelo.
Este hecho, por sí solo, debería hacernos recapacitar que si el presidente de los Estados Unidos, trabaja al dictado de unos intereses o interesados supranacionales a los que nadie ha elegido, ¿que no será de pequeños dictadores como Macron o Trudeau; de nuestro gorrión feliz de la Moncloa, del Lehendaka de los Independientes, del lobito con cara de cordero degollado i Molt Honorable deshonesto, del dictador galaico o aún del locuaz en eterna pataleta, marchante de anchoas?
Podríamos darnos cuenta que todos estos gobernantes que tanto nos han cuidado, confinándonos conculcándonos las más básicas libertades fundamentales, obligándonos, aún ahora dos años y pico después, a lucir aderezos faciales que dificultan la respiración, sin base científica alguna, que son causa de muchos trastornos; teniendo la lucidez, tras rascarse una gónada, de decidir quién podía trabajar y quién no; presentar vergonzosos e inútiles pasaportes Córvido, con el único fin de forzar a la población a inocularse sustancias génicas experimentales…
Pues bien, cuando los resultados de esas campañas brutales., de vacunación las llamaban, comenzaron a causar sus efectos, vía patologías, repentinitis, trastornos propios de inmunodepresión y un largo etcétera, inducen al Oso Ruso a una guerra para distraernos y tener el pretexto de las subidas bestiales de precios, pues han de saber, amables lectores que todo viene de Ucrania. En nombre de la paz, la Unión Europea al rebufo de los Estados Unidos envía armas gratuitamente al ejercito ucraniano y a su líder el caricato Volo Zelenski. Cuando la guerra de la OTAN decae en interés, salpimientan con viruelas del mono y ahora, como no, el relato estrella; el Cambio Climático.
Se abandonan fuentes de energía eficientes y se promueven otras carísimas, pero eso sí; verdes.
Ahora bien, es un gran alivio tener certezas: si la gasolina se dispara, la culpa es del Oso Ruso; si sube la luz, claro está, también. Si nos sale un grano en el culo, la culpa es del cambio climático. Si nos sobreviene una hipoxia, no es por las mascarillas, no; es por el cambio climático. Si a un individuo se le manifiesta el herpes Zoster, la popular culebrilla, no es por los tres pinchazos que tiene sobre su debilitado organismo, no; es por el cambio climático.
Así, podemos seguir repartiendo las culpas entre el Oso Ruso y el cambio climático, al cuál, por cierto, desde algunos reinos de Taifa se está colaborando, vía pinchar las nubes; aquí todo es cuestión de pinchar, con yoduro de plata.
Volviendo a Trump, por algo el encabezado lleva su nombre, cuando subió al poder, ja, ja, de nuevo, se nos antojó un tipo grotesco, brutal, poco empático, arbitrario, caprichoso, nada elegante. Populista…
Se fue, lo tiraron las urnas, con tongo o sin él y apareció el relamido Joe Biden. Pero prometió a sus seguidores, que los tiene por legiones que volvería. Pero esta vez, los amos del mundo, no le dejarán. Es un individuo que al final también se doblegaría, pero a regañadientes: Además, le gusta hablar mucho y eso no gusta. Por eso, le han buscado un delito federal. Sólo así, el FBI puede registrar su domicilio. Lo podría haber liquidado un pistolero a sueldo, pero prefieren desacreditarlo para escarnio y que nadie se atreva a levantar la voz contra su amo.
Pero, fue el presidente más pacifista de las últimas décadas. Y estuvo a punto de conseguir dos logros, que hubieran sido fundamentales para la libertad de los ciudadanos de occidente, a saber: la desaparición de la OTAN y el debilitamiento de la OMS. Cuando él decidió que Estados Unidos no aportara más fondos a esa organización dictatorial que nadie ha elegido, el filántropo y millonario, Bill Gates inyectó 250 millones de dólares a la logia.
Ahora, todos los mandatarios de occidente están vendiendo lo poco que queda de la soberanía de las naciones a esa organización supranacional que nos gobernará en materia de salud y dictaminará, la cantidad de pinchazos que debemos administrarnos. Occidente está perdido. Quizás nuestra salvación llegue del empuje de los países llamados subdesarrollados. Estimamos que África tiene un gran potencial. Al menos en disidencia. Los han machacado con tantos experimentos en los últimos dos siglos que quizás digan basta; ya lo han hecho, negándose a las pretensiones de la OMS.
Al final de todo, como se ve, Miguel Bosé tenía razón
El Morocho del Abasto