El veterano, pero no viejo, escritor y Académico Javier Marías Franco ha sido distinguido con el Premio Nacional de Narrativa 2012 por su novela Los Enamoramientos. Circunstancia que le ha permitido rechazarlo. Aceptarlo “me parecería una sinvergonzonería”, ha declarado. Un rechazo anunciado a decir de la mayoría de los columnistas, periodistas, y opinadores en general. El premio lo concede el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y está dotado con 20.000 Euros. Con la renuncia este sexagenario que aún conserva su cara de niño guapo, de mirada soñadora y picarona ha conseguido protagonizar todas las páginas culturales sacándolas con ello de un cierto tedio. Bravo por el gesto.
Más allá de la anécdota parece un ejercicio de coherencia; si lo había anunciado, lo ha cumplido, pero veamos:
Que no acepte ni vaya a aceptar premios institucionales argumentando que su padre que los habría merecido y fue muy longevo, jamás recibió ninguno, suena a argumento íntimo, acaso vanidoso pero respetable faltaría más, aunque no se comparta.
Que no los vaya a aceptar ya que otros contemporáneos de méritos sobrados como Arturo Pérez Reverte y Eduardo Mendoza entre otros, no los hayan recibido, suena a solidario y si se me permite, ligeramente corporativista.
Que argumente que no lo habría recibido tampoco con el gobierno anterior ni recibirá en un futuro con otro gobierno cualesquiera sea su color, merece la misma consideración que el soldado de reemplazo que tras haber cumplido con su servicio militar recibe su libreta de licencia con un Valor: se le supone.
En cualquier caso renunciar a la golosa recompensa por no faltar a la palabra dada, hoy más que nunca suscita nuestra admiración.
Esta gesta ha sido ensalzada por casi todos los columnistas y es esa unanimidad la que me ha chirriado ligeramente. ¿Ninguna voz discordante? ¿Nadie se ha atrevido a decir?: Pues me parece una solemne tontería, porque habrá a quien se lo haya parecido. Hay quién ha ido más allá, escribiendo que la cuantía económica de los premios literarios no debiera de existir, que habría que contentarse con la gloria de la mención.
Pues ya me dirán ustedes, con lo perro flaco que es la literatura en nuestro país y en otros para que por añadidura lluevan pulgas.
Se ha casi enquistado en la sociedad la idea de que toda producción artística o intelectual ha de ser gratuita. Quizás no se razona pero a la práctica es que el creador no debe recibir nada por su trabajo. No queremos entrar ahora en el amplio barbecho de la piratería; no es el horizonte de este artículo.
Un autor consagrado y vivo también tiene sus necesidades materiales y lógicamente aspira a vivir de su obra. Y algunos, aunque deduzco que pocos lo consiguen con holgura, pero otros no. ¿Y porque un autor consagrado no puede recibir un premio en metálico concedido por un jurado?
Conforme mas bajamos en el escalafón peor es la situación. ¿Qué opciones tiene un autor novel siquiera para llegar a un editor? En este mundo perverso al revés observo como hay editoriales que como “gran promoción”, ofrecen a autores noveles publicarles gratis. Que perversión encierra la palabra. Otras ofrecen además por un módico precio corregir los manuscritos de los autores. Comprendo que el recorrido para llegar a un editor sea tortuoso y lleno de trampas, que si con agente o sin él, pero una vez llegado como siempre ha sido, el editor debe creer en su autor e invertir su dinero y el autor su ingenio.
Por eso para el autor novel, el Premio Literario es una opción y es muy sano que proliferen, que los convoquen todo tipo de sociedades, que los doten económicamente lo mejor que puedan, pues estas practicas redundan en valorar la producción literaria y es una publicidad de calidad y de prestigio par la sociedad convocante.
En plena era cibernética, las bitácoras, cuadernos o blogs, como se les prefiera llamar, cumplen la misma función que las casas de permisión donde hay mucha concentración de hombres. Sirven para desfogarse, para que el individuo pensante y escribiente pueda autoeditarse y acudir en sucesivas entregas a su cita con supuestos lectores al otro lado de la red. Sirve como un entrenamiento, para saber si se puede soportar la tensión de tener que entregar una columna en un periódico de pago con la periodicidad que uno haya elegido. Pero aquí hemos entrado en el terreno de la velocidad, del clic rápido. El redactor de bitácoras puede tener una idea de las visitas que ha recibido, este es el eufemismo con el que el medio designa a las opciones de lectura, pero en verdad no se sabe si realmente te han leído.
Conclusión. El premio Literario es una de las pocas opciones que tiene el autor novel y si alguna vez se gana uno y por añadidura esta dotado económicamente podemos decir que por una vez el creador ha salido de la gratuidad y ha cobrado por su trabajo. Igual que un fontanero, al que nadie le discute que perciba sus haberes por el trabajo realizado.
Manuel de Français