ALBERTO CONTADOR ES MUJER, EL CICLISMO ES CAMINO O AQUEL GIRO DE 2015.
Juan Gris es un hombre que pasa por corriente, no despierta en su deambular especial atención. Como prueba de su normalidad, luce incluso barriguita, jamás provocada por comida rápida; más bien por pitanza continuada y un afecto sincero al Rioja. Sería un hombre previsible, pero ahí se desmarca del común: no practica siesta de sofá ni se estremece con las evoluciones de los astros del balompié. Su única pasión en términos deportivos es el ciclismo.
Desde que ingresara en la dudosa cofradía del mundo laboral, il y a belle lurette (1), ha oído, no pocas veces, que la mujer para ocupar un puesto cualquiera, ha de demostrar el doble que un hombre que se postule para el mismo. El argumento es falaz, pero como de él están las tertulias llenas, no va a privarse él, hombre normal, de su utilización para ilustrar su exposición.
Alberto Contador Velasco, natural de Pinto, Madrid, ciclista excepcional, debutó en el Giro de Italia en 2008. Tuvo que incorporarse a toda prisa, interrumpiendo sus vacaciones, lo que no le impidió ganarlo. En 2011 hace su segunda aparición en el Giro y lo gana también. Van dos de dos. En Mayo de 2015, ayer a fecha de este escrito, acabó el Giro de Italia en Milán, como de costumbre, con la victoria absoluta de Alberto Contador. Hasta los niños más pequeños habrán contado 3. Pero, en los papeles oficiales, es su segunda victoria.
¿Qué ha ocurrido? ¿Dónde está la trampa? Sí amigos lectores, Juan Gris me transmite que trampa ha sido: El segundo Giro ha necesitado ganarlo dos veces. Me ruega que, para los que son ajenos al mundo del ciclismo, a modo de recordatorio, amplíe un poco la información. Tras el Tour de Francia de 2010, ganado muy dolorosamente por Alberto Contador, comenzó la caza de brujas. Juan Gris es consciente de que será tachado por dar tal apelativo al proceso, que será interpretado como desvaríos de un forofo… Pero con conocimiento de causa se mantiene y añade que una sustancia fue hallada en una cierta magnitud tras un análisis. Así, los aficionados ciclistas, gentes ignorantes, fuimos instruidos; supimos del clembuterol y del pico-gramo (2). La sentencia, dos años después, no estableció la presencia de la sustancia como resultado de una auto-transfusión, pero concluyó resolviendo que, si otros ciclistas lo habían hecho, bien pudo él practicar lo propio. Como castigo, entre otras medidas, se le desposeyó de la victoria del Tour de 2010 y del Giro de 2011. Como si tal cosa fuera posible. Esas victorias, más que suyas, ya eran de la gente, de sus seguidores, de los aficionados; de sus paisanos de la patria chica y de la grande; de los que sienten la necesidad de tener un héroe que gana batallas a base de pedaladas, ingenio e intuición. Un héroe que recoge la idea romántica del caballero andante, que ya no mata, tan solo mina la moral del adversario; al que tras la justa se abraza, si éste se deja abrazar.
El ciclismo, como la caballería andante, es camino. El ciclista, sobre su montura, no disfruta del paisaje; sufre su orografía y su temperatura. Pero es el hilo conductor: las cámaras nos lo muestran. Van del sudor de la cara del esforzado, al paisaje boscoso; de las piernas doloridas, a la marina azul salpicada de blancas velas; del jinete que se cae y sufre, al pueblecito escarpado y pintoresco… De la piedra de la Iglesia, de la Audiencia, del Palazzo, al grupo de gregarios que se inmolan para llevar a sus capitanos unos metros más arriba, unos centímetros antes que el rival. En la línea de meta medio tubular marca la diferencia.
El ciclismo moderno se caracteriza por un aporte cada vez mayor de la tecnología. Ninguna de sus pautas queda ajena a dicha implantación: la medicina deportiva, los entrenamientos, las tácticas de competición, el material, el equipamiento y mucho más. Tras la implantación de los pinganillos, el ciclista está constantemente conectado con su director deportivo. Se diría que, cada vez más, está condenado a ser un mero ejecutante de las órdenes recibidas. Pero afortunadamente, todavía, hay un hombre al otro lado de la emisora del director deportivo. Un hombre que tiene que dar pedales; que sufre, que llora, que cae y se levanta, que celebra la victoria. Incluso que admira y respeta al adversario.
Y excepcionalmente surge alguno, que entre el griterío de la gente, el miedo a fracasar, las órdenes de su director… escucha entre las voces solamente una, conversa con el hombre que siempre va consigo(3), analiza la situación y reacciona según su genio le da a entender. Y se produce el valor añadido: el espectáculo. La gesta ya no es deportiva, o no lo es tan solo; es épica, es digna de ser cantada y Juan Gris así me lo pide.
Una avería mecánica en un momento delicado. La caballería enemiga lo advierte y lanza sus huestes al galope. Estas acciones siempre hallan aliados que comparten intereses o que sencillamente negocian la venta de la piel del oso. Ah, pero el oso no se pierde en lamentos; manda a los suyos a que le lleven lo más lejos posible y cuando éstos se desfondan, toma las riendas y el protagonismo. La ventaja ya es de un minuto. En ciclismo un minuto es un mundo. Todavía lo es más a pie de puerto, pero no un puerto cualquiera. Es el mítico, el terrible Mortirolo, con rampas de hasta un 18%.
Es el momento del hombre solo, del atleta excepcional, cierto, pero sobre todo del genio, del mago, que de lo improbable hace lo posible. Sin ninguna certeza, con la sola fuerza de su inspiración y del corazón que, por complicados resortes, hace las piernas mover. Los dedos actúan sobre los mecanismos: cambios, desarrollos, frecuencia y todo en su conjunto. La remontada, muy poco a poco, se va produciendo. Delante un equipo organizado y algunos invitados interesados, atrás un hombre solo. Pero la orografía y el ritmo se imponen. De los de adelante se van descolgando corredores como un rosario. Nuestro llanero solitario los va recogiendo y acercándose cada vez más a la cabeza, al capitán enemigo.
Pasa en medio de un grupito, las rampas son ya las máximas. Por delante ya solo quedan tres, nada menos que el segundo y el tercer clasificado y un invitado. El segundo clasificado Mikel Landa tira de su teórico jefe de filas un Fabio Aru que ya tiene dificultades en seguirle. Contador les alcanza y les ataca; se va de los dos, pero sólo un poco. Mikel Landa se recupera sin dificultad. Coronan el puerto del Mortirolo de 1854 metros de altitud. No se ha terminado aún la etapa; hay que bajar el puerto e iniciar el ascenso al puerto final donde está la meta.
Pero eso ya es otra historia. No es esta una crónica deportiva. Juan Gris me insiste en el cantar; en el cantar de gesta. El viaje a Milán como metáfora de otro ancestral a Ítaca, lleno de peligros, donde el Odiseo con su ingenio, su anticipación, su visión y también con su sufrimiento, que al igual que el esfuerzo es preceptivo dosificar, racionalizar, se culminó. Sin ganar una sola etapa, pero sí la batalla final.
El Giro 2015 ya está ganado. Para la oficialidad es su segundo Giro, pero ha necesitado ganarlo dos veces. El argumento es falaz, pero diremos que Contador es mujer.
Ideólogo: Juan Gris
Escriba: Manuel de Français
(1) Además es un afrancesado redomado y gusta salpicar su prosa de términos franceses. El que nos ocupa hace referencia al mucho tiempo que ha pasado
(2) Un pico-gramo es la billonésima parte de un gramo.
(3) Antonio Machado en el recuerdo.