No es la primera vez, quizás tampoco la última, que hablo de este superviviente. Superviviente es el establecimiento, superviviente su tenedor y propietario, mi amigo Rafa. Me sonroja un tanto, mientras lo escribo, referirme a él como amigo, dado que es un hallazgo, el personaje, de hace poco tiempo. Los amigos de la infancia, nos parece que lo son para siempre, mientras que los que contraemos a una edad madura… Pues que bienvenidos sean. Aunque esta no es la cuestión de fondo.
Burjassot Llibres.
Es la única librería pura de la zona, ergo, él es el único librero. La zona a la que nos referimos es Burjassot y Godella.
No voy con frecuencia excesiva, pero cuando lo hago, en bicicleta y los sábados, casi a la hora del cierre, el mostrador y los libros ocupan todo mi horizonte visual. Tanto es así que llego a pensar que el superviviente ya no sobrevive, pero llegando cabe el pilar central, tras una mesita, una pantalla de ordenador y un generoso mostacho, me sonríe burlón.
Hablamos de esto y de aquello, de cómo está el sector del libro, ¿ah, pero existe todavía ese sector? Y de las ganas que tiene de jubilarse. Por cansancio. Yo, por mi parte, con la vanidad propia de todo autor intento llevar la conversación hacia mi libro, cuentos Arquitectónicos. Él amablemente, sigue pidiéndolo a las distribuidoras, cada vez que se queda sin ejemplares o cuando yo necesito algunos para algún evento. Le quedan unos 6, según creo. Pero más allá de mi libro, acérquense a este espacio ya único y avis rara. Rebusquen entre lo que hay y si no encuentran lo que buscan, pídanselo, mientras más raro mejor; le gustan los retos difíciles.
Es bastante probable que, al acabar el año, baje la persiana definitivamente, si nadie quiere tomar el relevo o si la ilusión no se le renueva, circunstancia tampoco descartable.
Cuando esto suceda, vecinos de este lugar, ¿no lamentarán habiendo estado tan cerca, no haber puesto nunca los pies en tan interesante lugar? Amazon, La Casa del Libro y demás mega plataformas seguirán existiendo y se podrán seguir comprando libros. Pero ¿Tendrán con quién hablar?
El Morocho del Abasto