Gabriel García Márquez “Gabo” y el ciclismo.
Gabriel José de la Concordia García Márquez (Aracataca, 6 de marzo de 1927 – México, D.F., 17 de abril de 2014) conocido como Gabriel García Márquez ha muerto. Agudos columnistas, blogueros avezados escribirán columnas glosarán y desglosarán la vida, obra y trayectoria del autor colombiano. Se referirán a él para no caer en repetición con epítetos como: “El autor de cien años de soledad, el autor del coronel no tiene quién le escriba”, aunque no sé si alguien lo evocará como “el autor de Memorias de mis putas tristes”. Compañeros le dedicarán elogios, se harán especiales televisivos, los presidentes de los países de medio mundo harán declaraciones; no descarto que el Papa Paco se haga eco a su vez.
Entre tanto tráfico de palabras, me aparto al arcén y cojo un camino apenas transitado: ¡Gabo ha muerto! Esta aseveración evidente la hago sin embargo con cierto prurito. ¿Cómo habré osado referirme al maestro con ese apelativo? ¿Ese apelativo tierno, íntimo aunque de todos conocido?, redundo en que más apelativo que apodo, parece propio para ser usado por sus más íntimos, quizás por los escritores que le admiran; acaso por los que sin haberlo tratado, de él hacen uso para dar a entender aunque falso, que García Márquez los había distinguido con su trato. O que simplemente como un servidor que están en el secreto.
El ciclismo profesional, ese deporte de titanes, hoy tan denostado ha tenido siempre a gala distinguir a sus campeones con apodos, malnoms en lengua valenciano-catalana, así Eddy Merckx era el Caníbal, Bernard Hinault el Caimán, Fausto Coppi il Coppino, Marco Pantani el Pirata… Estos apodos, el aficionado medio, el periodista deportivo los vocifera sin pudor.
Pero llegamos a un ciclista español de carrera fulgurante y breve: José María Jiménez “el Chava”. Este apelativo también se me antoja más entrañable que un apodo, solo para sus íntimos, los del clan familiar, para los que estamos en el secreto.
No sé qué opinaría don Gabriel, nacido en Colombia, cuna de grandes ciclistas sobre ese deporte.
Pero referirme a él como “el Gabo” me produce una pequeña desazón como me la produce llamar “el Chava” al joven ciclista desaparecido. Aunque los pobres, ¿Qué van a decir?
Deduzco que García Márquez aplaudiría la idea de que deje de ocuparme de su persona y vaya a mis asuntos. ¿Qué mejor homenaje que cerrar este artículo para ponerme a escribir en una idea que puede derivar en novela?
Juansito Caminador
Manuel, gracias por tu recuerdo de «Gabo» . Me animo a dejar un comentario.
Gabriel García Márquez es uno de mis escritores preferidos. Hace muchos años leí «Cuando era feliz e indocumentado», un libro de artículos periodísticos muy interesante aunque hoy poco recordado. Me causó un gran impacto, si se puede decir así. Gracias a él y a otros muchos escritores de su generación, que analizaban de forma crítica la realidad que vivían en Latinoamérica en esos años, nosotros aprendimos a pensar, a vivir, a soñar, a comprender la nuestra. Por eso, les debemos tanto.
Mi obra preferida de GGM podría ser «El amor en los tiempos del cólera» donde Florentino Ariza es fiel al amor de una mujer durante 50 años aunque ella no le corresponda…
En cuanto a Gabo, me quedo con una frase que le define: «Escribo para que me quieran», y con el típico traje blanco que llevó cuando recibió el Premio Nobel.
Aunque ya no podrá escribir más obras, nos ha dejado en tantas su particular y complejo mundo que podremos seguir siendo felices mientras las leemos, como a él le hubiera gustado.
Gracias Mercedes por tu amable comentario.
Pararse a leer algo en el ciberespacio, cámara de las prisas, donde la mayoría lee / leemos titulares, acaso la primera línea, analizarlo, interiorizarlo y pensar en dejar una opinión, una evocación, un perfume que lo leído te ha suscitado, es recompensa para este escribidor de bitácoras.
Adentrándonos en el contenido te veo entusiasta de la literatura comprometida. Leyendo tu comentario, acude a mi mente, a bote pronto, ese poema de Gabriel Celaya, magníficamente, proverbialmente, interpretado por Paco Ibáñez: La Poesía es un Arma cargada de Futuro. En su momento de más intensidad dice aquello de:
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Viéndolo ahora con distancia, me siguen pareciendo magníficos versos pero añado que la poesía, la literatura puede ser comprometida pero no tiene ninguna necesidad de ello. La poesía, la literatura, como un buen regalo no tiene que seguir criterios de utilidad, puede ser perfectamente inútil, baste con que inflame los sentidos, con que te atrape…
Ahora me siento más identificado con otra parte del mentado poema cuan dice:
Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Y finalmente como una idea cósmica más allá de las cuitas locales:
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
…
Es lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.
De Gabo à Juansito
J’ai appris, de l’autre côté, que vous aimerez bien connaître ma pensée sur le cyclisme et je me suis mis tout de suite à m’exprimer.
Maintenant, que tout le monde connaît mieux que moi ce que je suis, ce que j’ai été et ce que je n’ai pas été… Maintenant, qu’on essaie de m’expliquer par moyen d’arguments scientifiques, génome inclus, la petite queue de cochon du nouveau-né, la hernie du général ou la pourriture de la femme vivant… Maintenant… Vous sortez avec une question… Ça veut dire qu’il y a un petit brin de moi que vous ne connaissez pas… Ah ! Cela me console, c’est réconfortant. Il y a quelqu’un qui ne sait quelque chose de moi.
Excusez-moi cette petite réjouissance, je me mets tout vite à la tâche. Je vais vous dévoiler mon cher secret.
Ces deux jeunes amoureux qui parcourent en bicyclette non pas la distance, mais le temps au bord de la rivière… La main dans la main… Les bicyclettes qui craignent perdre leur pas pour ne pas éloigner l’un de l’autre… C’est de la poésie !
Ce couple âgé, ces deux petits vieux en bicyclette, qui rentrent chez eux après les courses les mains agrippées au guidon, les achats dans le sac bien accroché au porte-bagages, il devant pour lui épargner n’importe quel obstacle imaginaire, elle assurée en suivant le chemin ouvert… ils ne quittent pas la piste des yeux… C’est de la poésie !
Ces deux… trois… quatre…je ne sais pas combien de petits enfants qui marchent si vite qu’on leur permet leurs petites jambes et leurs petites bicyclettes… tantôt enfant et machine fondus à fond de train tantôt la machine qui traîne à sa guise… C’est de la poésie !
L’ado en bicyclette qui va chercher ses amis… L’élève qui va à l’école, au collège, au lycée, à l’université… Le prof qui va lui apprendre à vivre… Ceux dont la bicyclette leur permet arriver à sa destination… C’est de la poésie.
Ah ! Le cyclisme !… Celui de la compétition, des prix, des records, de l’argent ?… Celui de monter en bicyclette pour parcourir un chemin que nous n’avons pas tracé ?… Un chemin pour aller nulle part ? Tout simplement… je m’en fous. À toujours mon cher.
Ton Gabo