La Liga de las Pelirrojas.
El Concurso.
El relato que sigue es un guiño, en cuanto a título, a la obra de Sir Arthur Conan Doyle, creador del celebérrimo personaje Sherlock Holmes: La Aventura de la Liga de los Pelirrojos. Hemos cambiado el género enunciándola al estilo de Unidas Podemos, con el doble fin de eludir la acusación de plagio y la de dar apariencia de la Modernidad imperante de estos tiempos, tan importante para no tener tropiezos.
La Liga de Pelirrojas, se decidió esta denominación en Asamblea General en presencia de los pocos miembros varones, pelirrojos también, que no se opusieron, porque ¿quién se opone a las mayorías? Éstas son la Dictadura de las Democracias, como lo fue la del Proletariado en el comunismo ruso que fracasó, como quizás también lo hayan hecho las democracias, aunque todavía nadie se atreva a reconocerlo.
La Liga de las Pelirrojas, pues, grupo cerrado, tan sólo abierto a los de ese pigmento capilar, propone y convoca Concurso Literario para sus miembros, pelirrojos todos, como se ha dicho. Incluso en círculos restringidos hay ideas que penetran, aunque no sean portadoras, las ideas, de este matiz cromático.
La Igualdad ¡qué gran palabra! ¡Convoquemos un concurso en loor suyo!
Durante cuatro más uno, es decir cinco meses, sus miembros, de forma voluntaria, faltaría más, estuvieron escribiendo y enviando sus creaciones literarias respondiendo a cinco consignas que incluían la gran palabra. Para cada una de ellas hubo un mes de plazo.
Suerte con el Jurado —así era el deseo animoso con el que se acogía cada escrito. El premio consistía, para los relatos seleccionados, formar parte de un libro coral y para los autores de los mismos, ver su nombre impreso junto a su creación, cuestión nada baladí para el autor y su vanidad inherente a todo creador, pelirrojos incluidos
Nuestro pelirrojo, pues justo es que un relato tenga un protagonista, siquiera como hilo conductor, encontró tan poco atractivo a las propuestas, pues a priori, sólo cabía seguir el camino esbozado, el de las mayorías, el de intentar ganar el premio como el que responde a una encuesta que se ve inducido a lograrlo; si va de reciclaje, pongamos el caso, nadie se define como no practicante.
Y nuestro hombre, pelirrojo, como se ha dicho, ante la propuesta: Cada vez más iguales en género, no supo que pensar; quizás haya ideas castrantes.
Una frase desafortunada —pensó en primera instancia—; no parece ni bien construida. Pero las ideas, aún las sinsentido, a fuerza de repetición, permeabilizan el alma más impermeable y nuestro hombre, pelirrojo la iba rumiando de a poco. Parece una frase trampa —se dijo— que permite un breve desarrollo para concluir diciendo Amén.
Mas no quiero transitar por el camino marcado —añadió para se—. Le daré la vuelta y así al menos, me divertiré un poco.
No pretendemos fatigar al lector exponiendo las propuestas biempensantes de los meses siguientes.
Son una provocación, eso es lo que son —explicó nuestro hombre para motivarse. Participó en las cinco convocatorias eludiendo lo mejor que supo el cómodo sendero que la brújula le marcaba.
El Jurado, ese gran desconocido falló; tiene su guasa la actividad del jurado: fallar.
Los relatos seleccionados fueron cincuenta y uno. Cuarenta y dos de veinte mujeres pues entre ellas, catorce fueron agraciadas múltiples veces, es decir multiagraciadas. La R.A.E. tan permisiva últimamente, quizás asuma la palabra.
Si han seguido la cuenta, concluirán que faltan nueve relatos, cuya autoría lo fue de cuatro hombres, tres de ellos multiagraciados, quizás la R.A.E. también acepte el masculino y, el que queda, nuestro hombre, uniagraciado. Esta última no creemos que tenga éxito ante la Academia que limpia, brilla y da esplendor.
A nuestro autor le sorprendió la elección del relato, tanto como no le sorprendió la no elección del resto. Es ingenioso mi escrito —se animó—, cuanto apenas insurrecto en contra del Pensamiento Único; no como los otros que presenté.
Pero este pelirrojo uniagraciado suma, a sus muchas faltas, la de tener veleidades sociológicas. Así anota: 42 relatos de mujeres, 9 de hombres; 20 mujeres seleccionadas, 4 hombres seleccionados. Algo chirría; es asimétrico; exigimos la Paridad. Otra bella palabra. Poco importa si no había suficientes pelirrojos talentosos, ni siquiera si no estaban interesados en las propuestas. Hay que tender a la Paridad. ¡Habrá que introducir medidas correctoras!
Ya está —concluyó—. Introduciremos sibilinamente el concepto de Enfoque de Género Masculino, (E.G.M.) Los consideraremos, a los hombres, pelirrojos o no afectos de una deficiencia, pero tiene que ser algo sutil y elegante: pies planos, por ejemplo. Les daremos unos metros de ventaja en cada carrera; en la carrera de la vida. ¿Cuántos? Comenzaremos por el equivalente al 10% del recorrido y si no fuera suficiente, iremos incrementando, poco a poco, la ventaja. Incluso, en ocasiones especiales, colocar selectivamente alguno directamente al otro lado de la meta.
No ahorraremos recursos ni escatimaremos fatigas. ¡La Igualdad como prioridad!
El Morocho del Abasto.