MIRAR A CATALUÑA.
Resulta extraño, curioso, cuando no bochornoso y decepcionante, la actitud del llamado Govern del Botànic. Ellos que tanto han mirado siempre a Catalunya, ahora que en aquella comunidad se está produciendo un debate crítico, al menos en la prensa, incluso con alguna decisión adecuada de su gobierno autonómico en torno a la crisis del Córvido llamado 2019, ahora “los nuestros” con el “ínclito y honorable”, Molt Honorable a la cabeza miran para otro lado; ahora no interesa.
En aquella comunidad se han tomado medidas coercitivas muy bestias, muy a la francesa, pues allí, del mismo modo que los del Botànic miran o miraban mucho hacia Catalunya, en Barcelona se ha mirado siempre mucho hacia Francia.
Pues bien, hace ya un buen puñado de días, allí terminaron con el ilegal y anticonstitucional pasaporte Córvido, reconociendo que era totalmente ineficaz. En definitiva, inútil: no había servido para nada. Aquí, el Virrey, Nuestro Señor de la Taifa quiere ser la reserva espiritual de occidente. ¿Les suena el concepto de otros tiempos?
Allí han hecho coincidir el día de la derogación de la obligatoriedad de la mascarilla en las calles por el Gobierno, con la reapertura del ocio nocturno. Aquí, la han aceptado, no les queda más remedio, pero lo lamentan, añadiendo que siguen recomendándola. ¿Se han parado a pensar en el enorme contrasentido? Ya no es obligatoria, pero seguimos recomendándola. ¿Alguien lo entiende? ¿Existe un virus volador maligno?
Como gran gesto magnánimo, aquí, desde hoy, permiten que los niños jueguen en el recreo sin portar el trapillo sobado que cubre la boca. Pero no piensen que lo hacen por el bien del menor, ¡no! Lo hacen por curarse en salud ante las eventuales denuncias por hipoxia y otras lesiones en los menores.
Es insuficiente, todavía, pero ante las denuncias por las inoculaciones de los niños en los colegios, al menos, ahora se exige el acompañamiento de un adulto. Tampoco, parece que sea por bondad hacia el menor, sino más bien, para volver a curarse en salud y responsabilizar al adulto acompañante de los efectos adversos de las inoculaciones.
En Catalunya, se alzan voces, se publica en la prensa que ya no procede las inoculaciones masivas; más bien selectivas. Aquí se siguen fomentando los vacunódromos y sesiones de inoculación sin cita previa, cuando para cualquier trámite, por banal que sea, administrativo o sanitario, se exige la cita previa con muchos días de antelación. ¿No es este un agravio comparativo descomunal?
En Catalunya, se abre debate sobre la caída de la obligatoriedad de portar barbijo, incluso en espacios interiores. La sociedad de Pediatría pide que se empiece por las escuelas; por los niños. ¿Es que aquí no hay sociedad de pediatría? Y si la hay, ¿a qué se dedican?
Este escribidor quiere plasmar su extrañeza ante el giro que está tomando la prensa catalana. Se insiste, ahora sí y mucho, que los contagios disminuyen a un ritmo veloz; que los hospitales se vacían a un ritmo sostenido.
Fíjense, en la diferencia de tratamiento de la misma noticia; aquí se dice que la incidencia baja ligeramente, pero que aún es muy alta; que la ocupación hospitalaria también. En resumen, la prensa, salvo honrosas excepciones, sigue siendo cómplice y voceadora del miedo. No es capaz de desmarcarse de la voz de sus amos.
Quizás, y esto es lo único especulativo de nuestro escrito, allí ya están viendo que la sociedad civil está despertando. Que, entendiendo que la vía del diálogo está muerta, se ha pasado a la de la denuncia. Los tribunales, estos sí que van a estar colapsados. Hay asociaciones y plataformas que abogan por los conculcados derechos humanos. Hay científicos eminentes, Premios Nobel incluidos, ninguneados; a los que no se les permite entrar en los debates de los expertos de la tele. ¡No hay debate científico! Se rehúye. La Constitución, ahora mismo es un felpudo deshilachado que se pisotea constantemente. Pues bien, y aquí viene la especulación: quizás allí se estén dando cuenta que tanta complicidad con la Ignominia, no iba a cursar sin pasarles factura. Quizás, por eso, están rectificando. Esto último, estimados lectores lo aportamos como una posibilidad.
Concluimos, como en otras ocasiones con ese pasaje hermoso y genial del Quijote:
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad,así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.
El Morocho del Abasto.
Es una etapa de tinieblas en la que, en la tierra de la luz y del color, nos sumerge este pésimo gobernante, que quizás también este sometido a sus amos. Un saludo, Morocho