Tal es la Inspiración! Vuelta 2012. Santander-Fuente Dé Miércoles 05/09/2011
Gigante voz que el caos
ordena en el cerebro,
y entre las sombras hace
la luz aparecer;
Gustavo Adolfo Bécquer. Rimas y Leyendas
Así debió ser. Nuestro caballero, entre el caos vio la luz aparecer. Numerosos corceles con sus jinetes abandonaban la disciplina del grupo formando uno delantero que ya contaba con 26 unidades. Entre ellos tres de sus acólitos y un infiltrado de un ejército rival pero amigo.
Ascendiendo una cota de segunda categoría, el Collado de la Hoz escuchó la voz, de un diablillo contó después. Y así lo hizo. Faltaban cincuenta kilómetros. ¿Adónde va este loco? –pensaron sus rivales. Con la locura que a menudo es pareja de la genialidad pues solo el genio concibe lo que nadie puede prever. Atacó. En la cima aventajaba en dieciséis segundos a sus dos más directos rivales: los generales Joaquín “Purito” Rodríguez y d. Alejandro Valverde.
Pero antes sin duda había interpretado los versos de la canción de Nicola Di Bari “El último romántico, sé que soy el último romántico/……/sabe ver y comprende, por la expresión de tu rostro/…” Algo vería también en el rostro del primero, quizás un atisbo de fatiga. Al final del descenso la diferencia es casi de un minuto.
“Full gas, full gas” había ordenado casi en clave a los suyos que le precedían. Se integra en el grupo delantero del que tiran sus lugartenientes y la distancia se incrementa; la locura comienza a tener consistencia. Pero necesita más. Sus galgos ya no pueden imprimir mas ritmo y se escapa con el caballero Tiralongo, siciliano, hombre de honor que le debía el favor de haberle permitido una victoria de etapa cuando juntos militaban en otro ejército. Se produce una armonía en el relevo de los dos hombres.
Mientras tanto por detrás el general herido que le había rematado en todas las batallas anteriores, explota a su único galgo corredor que va perdiendo fuelle conforme las millas se suceden; el resto como invitados de piedra a su rueda. En esta lucha desigual nuestro caballero junto con el siciliano sigue abriendo hueco. Pero no por mucho tiempo. Entiende que este compañero ya no puede aportar más a la fuga y decide irse en solitario.
Aquí el poema comienza a ser épico, el héroe en solitario fundido con el paisaje avanza hacia la meta. Solo con su montura empujado con la rabia que todavía consigue suplir algún átomo de fuerza que va perdiéndose por el camino. La ventaja es casi de dos minutos.
Se dice que a perro flaco todo son pulgas; así el caballero Valverde ataca a d. Joaquín y se le descuelga sin grandes dificultades. Este parece el golpe de gracia:
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado, Miguel Hernández. Elegía
D. Alejandro el murciano encuentra a dos de los suyos que ya le esperaban y organizan la persecución de nuestro héroe el de Pinto que habíamos dejado en solitario acercándose a los colosos montañosos de piedra gris de los Picos de Europa. Sin embargo el puerto que falta por coronar es tendido pero la fatiga comienza a hacer mella. Su cabeza sin embargo infatigable sigue ordenando a sus fatigadas piernas. Por detrás el murciano con sus hombres recortan distancia con la frescura que les da su superioridad numérica y la opción de relevarse. Conforme se acercan al de adelante se alejan del de atrás. El “Purito” está perdiendo incluso el segundo puesto con el castigo añadido de llevar a su rueda a un hombre de nuestro héroe.
A falta de tres kilómetros, el murciano que ahora viaja en compañía de otros adelantados ya vislumbran al llanero solitario. Los segundos caen “como al pasto el rocío” (1) ya solo son treinta, veinte, quince en los últimos mil metros.
D. Alberto Contador, el madrileño de Pinto sin duda descendiente de aquellos míticos argonautas o del mismísimo Jasón, percibe el aliento de las bestias que ahora se vigilan y tienen un momento de duda, a su paso bajo la pancarta del premio de montaña, quinientos metros a meta; el aliento se torna en fuego que le quema la nuca, aprieta los dientes y acomete el último repecho. Ya ve la línea de meta, pero también la ven la horda que le sigue pero ya la distancia parece suficiente.
Aunque no gane la etapa, la gesta está hecha, pero una hazaña así hay que rubricarla con una victoria para ascender y codearse en el Olimpo de los ciclistas donde Zeus es Merckx, Poseidón es Hinault, también de Fausto Copi, de Luis Ocaña, quizás de Indurain.
Y llega la línea de meta y la pisa el primero, levantando los brazos, olvidando los rituales del disparo al aire y emitiendo un rugido que se filtra en la roca gris del circo de Fuente Dé a los pies de su majestad el Naranjo de Bulnes, la montaña de Cesar Pérez de Tudela en el paraje de Liébana.
Es la rabia contenida de los dos últimos años, de la vergonzosa sanción que sin pruebas le fue impuesta, de la perversión de haberle permitido seguir compitiendo para después expropiarle los triunfos tan dolorosamente conseguidos, de las dudas que comenzaban a pesar sobre el por no haber podido en los colosos montañosos de etapas precedentes descolgarse de Purito Rodríguez, estupendo ciclista y mejor persona que además gracias a su punta de velocidad en los últimos cien metros le pasaba por encima.
Esta gesta, que nos devuelve el espíritu del ciclismo antiguo asume totalmente el concepto de “La Épica del ciclismo” pues se fundamenta en la maravillosa locura del inconformismo, en la reincidencia de atacar una y otra vez; y cuando todo lo posible y lo previsible está probado, esa gigante voz que el caos ordena en el cerebro, propone y ordena lo imprevisible, lo que parece imposible.
Esta gesta, epopeya del ciclismo pone en evidencia a los “licenciados del Tas” (Tribunal de Arbitraje Deportivo) jaleados por la U.C.I (Unión Ciclista Internacional) que se atrevieron a imponer recurso ante la resolución exculpatoria de la Real Federación Española de Ciclismo. ¿Qué intereses les movía a ello? Esa sería la pregunta.
El caballero Valverde llegó a seis segundos del ganador y D. Joaquín entregó dos minutos treinta y ocho segundos. Pero no se hundió.
Los tres españoles nos recuerdan a la armada invencible frente al corsario inglés. El inglés, keniata de origen se llama Christopher Froome y tras la etapa queda cuarto a más de nueve minutos. Pero se ha batido con honor.
Termino esta crónica tres días después de la gesta, cuando se ha concluido la temible y penúltima etapa con final en “La Bola del Mundo”. De nuevo ha habido batalla, Rodríguez ha sacado un poco de Tiempo a Valverde y a Contador; Valverde un poco menos a Contador, Contador ha sufrido pero todos han mantenido el puesto que tenían.
Mañana salvo imprevisto, accidente o desgracia llegaran a Madrid y subirán al podio en este orden: primero Contador, segundo Valverde, tercero Rodríguez.
Muchas gracias por el espectáculo que nos habéis brindado.
(1) frag. Pablo Neruda. Veinte poemas de amor y uns canción desesperada.
Manuel de Français