CABE LA VENTANA

             CABE LA VENTANA

CABE-LA-VENTANA-webCabe la ventana y sobre su butaquita modelo María Antonieta, la chica se mantenía erguida y sedente. Sobre la falda yacía el libro cerrado. Su mirar viajero lo ignoraba e iba de la cabra del vecino que ramoneaba sobre el verde tapiz al cabra de su padre, ese gran zangolotino que perseguía a Julia, la nueva criada. Ésta, fingía excitante temor en la persecución.

Pero ya penetraban en el bosquecillo; la muchacha se sonrió, ante la doble interpretación del verbo empleado. Las ramas de fresno crujían lastimeras ante el ímpetu de la montería. Pronto quedaron ocultos por el follaje, salvo un claro, oquedad entre el ramaje.

Desde su atalaya, atisbó y, por un momento, una blancura la cegó e intrigó hasta que supo interpretarlo. Julia, desprendida de cofia, blusa y corpiño, dándole la espalda, blanca come se ha dicho, se ahorcajaba sobre el hombre tendido, yaciente.

La muchacha complacida, no quiso ver más. Abrió el libro por la cinta que marcaba la última página escrita. Tomó su delgada estilográfica de plumín dorado y escribió complacida:

Hoy te has superado, querida mamá Julia. Que se prepare papá; mañana traen el disfraz de domadora.

El Morocho del Abasto

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