DóNDE VAS CON MANTÓN DE MANILA.
De entre las coplillas de la zarzuela de La Verbena de la Paloma, la más célebre y, que sin duda cantaron nuestras madres, nuestras abuelas y aún nuestras bisabuelas pudieron haberlo hecho, destaca con fuerza aquello de:
¿Dónde vas con mantón de manila?
¿Dónde vas con vestido chinés?
A lucirme y a ver la verbena,
y a meterme en la cama después.
Este escribidor, pensaba erróneamente, como luego ha comprobado que, esa letrilla estaba inspirada, si no tomada directamente y alterada de la letra de un tango. Del tango, nos ocuparemos a continuación, pero, según la Santa Wikipedia, la Verbena de la Paloma, se estrenó, por primera vez, el 17 de febrero de 1894 en el Teatro Apolo de Madrid, según libreto de don Ricardo de la Vega y música, nada menos que de don Tomás Bretón.
Adiós pues, a la teoría tanguística de quien estas letras les escribe, pues si bien el tango, como género musical tiene sus primeros balbuceos a finales del siglo XIX, es un género absolutamente urbano y del primer tercio, casi mitad del siglo XX, y no es hasta 1917 en que se graba el que es considerado el primer tango-canción, Mi Noche Triste, según una melodía de Samuel Castriota de 1916 y más tarde, se le adjuntó una letra del gran Pascual Contursi y estrenado con la voz de Carlos Gardel. No es objeto de esta publicación tratar de este primer tango canción que tuvo una génesis mucho más complicada de lo que aquí se ha relatado de forma sucinta, bastará, para el tema que nos ocupa decir que, la Verbena de la Paloma no pudo beber de las fuentes del tango, antes al contrario, quizás el tango, que aún no hemos mencionado, pudo tener una influencia en la letra de la célebre Zarzuela.
Para los no familiarizados con la cultura tanguera, diremos, que el tango nació en Buenos Aires, en la ribera bonaerense del Río de la Plata, con rápido eco en la otra orilla, esto es, Montevideo y fue, en sus comienzos y durante casi dos décadas, meramente instrumental pensado para el baile.
Este ritmo nacido, no en un barrio concreto, contrariamente a lo que se piensa, no fue exclusivamente en el barrio de la Boca, pero sí en el suburbio, en los suburbios de la gran metrópoli que se estaba formando por la adición de almas procedentes, principalmente de Europa, de todos los países que allá enviaban a los desheredados de la fortuna. Sobre todo, hombres. Casi exclusivamente hombres. La mujer, en desventaja numérica, sin embargo, tenía el favor de escoger. Pero bueno, en otro escrito, trataremos de la génesis del tango.
Para lo que nos ocupa, añadiremos que cuando el tango, nacido entre otros lugares en los prostíbulos, fue, poco a poco, provisto de letras procaces, acaso soeces, nació el sentimiento de dignificarlo con letras más elaboradas, poéticas, pero sin edulcoramiento, que narrasen la realidad de los que se entregaban a él en cuerpo y alma. Era frecuente que un mismo ritmo, funcionara con distintas letras, del mismo modo que una letra, más o menos improvisada, fuera aplicada a distintas melodías.
Hubo, por consiguiente, una demanda de letras que acompañaran a una determinad melodía y que se identificara tan sólo con ella. Como ocurre, desde entonces, a nuestros días: letra y música van parejas y de la mano e identifican una canción.
Surgieron así los poetas del tango, que no arribaron como un maná caído del cielo, antes al contrario, eran gentes de letras, poetas, autores teatrales, escritores que se sintieron atraídos por el fenómeno tanguero y a él aportaron sus joyas literarias.
Los poetas del tango, eran gente instruida que habían leído a los poetas simbolistas franceses: Baudelaire, Rimbaud, Paul Valéry, etcétera, por lo tanto, no fueron poetas coloristas, pues la atmósfera del suburbio bonaerense no invitaba a ello, por lo tanto, como sus homónimos franceses fueron poetas del matiz, de toda la gama doliente del gris…
Entre todos aquellos intercambios, humanos, culturales, musicales, de miseria y quizás alegría, quien sabe si a un tal Francisco García Giménez Buenos Aires, 1899 – Buenos Aires, 1983), poeta, letrista y comediógrafo, no le llegara, de alguna manera, el libreto de la Verbena de la Paloma y en él se inspirara para su tango Carnaval, 1927 con música de Anselmo Aieta y que Gardel, el Mago del Tango cantara la siguiente estrofa:
¿Dónde vas con mantón de Manila?
¿Dónde vas con tan lindo disfraz?
Nada menos que a un baile lujoso
Donde cuesta la entrada un platal
¡Qué progresos has hecho, pebeta!
Te cambiaste por seda el percal
Disfrazada de rica estás papa
Lo mejor que yo vi en Carnaval.
Sea como fuere, tanto para el autor y la heroína de la Verbena de la Paloma, como para la Pebeta del tango de García Giménez, el mantón de manila era una prenda de prestigio, de elegancia y de ascenso social. El tango, siempre más crudo, da idea de cómo su heroína consigue ese ascenso social.
En homenaje a Amparín.
El Morocho del Abasto.