LOS DEMONIOS ABANDONAN MADRID.
Archivo del Autor: Manuel
PARTIDO COMUNISTA DE RUMANIA P.C.R.
EL DICTADOR MACRON Y EL GLOBALISMO.
EL DICTADOR MACRON Y EL GLOBALISMO.
El dictador Macron vence en Francia a la, sobre el papel, derechista Marine Le Pen. El feminismo sentido, quizás no el de pancarta, pierde así, la oportunidad de contar con una dama rigiendo sobre los destinos de una nación, en contra de las apariencias, más masculinistas de Europa.
Ese mismo dictador que anunció que quería joder, emmerder, a sus conciudadanos y electores; a una gran parte de los mismos, que lo sostienen con sus impuestos. Para quien no sepa de qué va esto, aclararemos, que se refería a los no inoculados con la sustancia génica a la moda; grupo mucho más numeroso en aquél país que en nuestra buenista España.
El único dato esperanzador de la noticia es el alto índice de abstención, según datos de las fuentes oficiales, en torno al 28%; un porcentaje muy inferior, por cierto, al de descontento e indignación.
Sería muy saludable, desconectarse, renunciar a la idea caduca de que los políticos, la nueva nobleza, según acuñación del abogado contra la demagogia, señor Aitor G. van a sacarnos de los apuros en que ellos mismos nos han sumergido, como fieles lacayos de los amos del mundo, esos mismos que pactan e inducen guerras, para justificar los precios abusivos, impuestos criminales y conculcaciones de derechos fundamentales en nombre de la salud y nuestra seguridad nos imponen.
Estamos viviendo la supuesta paradoja de ser sometidos a métodos de control de población comunistas en el capitalista occidente.
Manuel De Français.
LA PROSTITUCION DEL LENGUAJE
LA PROSTITUCIÓN DEL LENGUAJE.
¿Tiene el lenguaje esa propiedad? La de prostituirse, expongo. ¡No! Si mantuviera esa aseveración, estaría haciendo lo mismo que a continuación voy a criticar. Aunque claro, en nuestra fragilidad humana, lo hacemos con frecuencia. El lenguaje está al servicio de sus hablantes. Bien pueden los académicos, lingüistas y toda la cohorte que se atribuye competencias sobre el lenguaje, tratar de hacerlo discurrir por unos cauces, más o menos estrechos o anchos, según percepción del usuario; es este último, en todo caso, quien tiene esa opción: la de usarlo dignamente o la de prostituirlo. No nos referimos, en esta ocasión, al usuario individual, sino al de grupo, asociación, especialmente al institucional.
Ya en la segunda mitad del siglo XIX, se acuñó el término de Dictadura del Proletariado, concepto revanchista propio del marxismo, cuya idea era, sin duda, que si la dictadura es ejercida por los buenos, es decir por los nuestros, ésta es buena. Conclusión falaz donde las haya. Esta perversión del lenguaje se ha mantenido, sobre todo, por las llamadas izquierdas hasta nuestros días.
Cuando los movimientos feministas tomaron fuerza, mucha fuerza, vio el poder que era bueno, pues tenía un nuevo instrumento de dominación, de blanquear imagen, y enarboló la idea de la Discriminación Positiva. Aquí se pretendía que si a un sustantivo negativo, se le añadía un adjetivo bondadoso, el término resultante pasaba a ser positivo. Pues craso error; la discriminación no deja de ser discriminación, aunque la idea caló en las mentes influenciables de gran parte de la población; especialmente de muchos hombres, especialmente en público. Posteriormente, la palabra discriminación, pasó a ser arma arrojadiza y solo se podía enunciar desde lo políticamente correcto, precedida del prefijo, anti. Así el concepto se suavizó y pasó a llamarse, Acciones Positivas que, en resumen, respondía a la misma idea: primar unos colectivos en detrimento de otros. Convencer a una persona, en este caso mujer, que es plena y tiene todos los atributos para realizarse, de que es inferior y que necesita de la protección del estado. Sólo a quien se considera inferior, se le da ventaja en una carrera; ¿no es así?
Si nos centramos en la imagen que ilustra este escrito, hallamos otro ejemplo más que interesante: material humanitario, material humanitari, en lengua vernácula valenciana.
Veamos, queridos ideólogos, el material, en principio es neutro, si bien podría funcionar con algunos adjetivos, como pudiera ser: químico, pirotécnico, genético, etcétera. Ahora bien, material humanitario… ¿Qué entelequia es esa? El material, como decíamos es neutro, aunque las mantas den calor, la comida alimente, la ropa vista, las medicinas creen la ilusión de curar.
Humanitario podría ser el gesto, la actitud, acaso la conducta.
Vivimos tiempos pérfidos para el buen uso del lenguaje, promocionando iniciativas que lo prostituyen y aún más, empobrecen el idioma, vehículo cada vez menos reconocible.
Según el diccionario de la lengua española de la RAE, que aún tiene una teórica vigencia, como la tiene la tan maltratada Constitución Española, la voz, prostituir, aparte de la referencia al comercio sexual, establece como segunda acepción: Deshonrar o degradar algo o alguien abusando con bajeza de ellos para obtener un beneficio.
Tratemos el lenguaje y el idioma con dignidad. Es una propuesta.
El Morocho del Abasto.
LA GUERRA DE LAS TELEVISIONES
LA GUERRA DE LAS TELEVISIONES.
Mientras las televisiones de los grandes medios nos distraen con su guerra inducida, hecha a su medida, salpimentada con efectos de videojuegos, maniobras militares de otras épocas, explosiones diversas y testimonios, sobre todo testimonios de gente a la que han atemorizado con sirenas y alarmas, imágenes truculentas y demás despliegue mediático,
fíjense lo que está ocurriendo y lo que se está preparando, en nuestro país, sin buscar allende nuestras fronteras, pero es la tónica general de todos los países del próspero occidente:
– PROYECTO DE REAL DECRETO VIGILANCIA EN SALUD PÚBLICA.
– REFORMA DE LA LEY ORGÁNICA 4/2015, DE 30 de marzo (LEY SEGURIDAD CIUDANA), vamos la llamada ley mordaza, a la que se le quiere dar otra vuelta de tuerca nada suave.
– Ceder la soberanía de los países, en materia de salud a la OMS, esa organización opaca, a la que nadie ha votado.
Las dos primeras son más que preocupantes, pero la última es especialmente grave. Lo argumentamos:
Nuestra Constitución que, aunque maltratada y pisoteada, aún sigue formalmente en pie, establece: La soberanía nacional reside en el pueblo español del que emanan todos los poderes del Estado. (Título Preliminar, artículo 1.2)
No lo dice al final ni en el medio; lo dice al principio, cómo lo segundo más importante, pues lo primero, lo enuncia en el punto 1 del mismo artículo: España se constituye en un estado social y democrático de Derecho que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico, la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.
Nada de lo que propugna el primero y más importante de los 169 artículos, se está respetando. Ni siquiera el pluralismo político, pues las ideologías, a nivel de partidos, no de muchas gentes, han quedado carentes de contenido; son meras etiquetas.
Pues bien, la soberanía nacional, como pueblo, se la hemos cedido a nuestros gobernantes para que hagan buen uso de ella. No para que trafiquen con ella; no para que la vendan a la OMS, organización que ha perdido toda credibilidad. Debería desintegrarse.
Naturalmente, lo que decimos, puede ser puesto en duda; en eso consiste el pensamiento crítico.
Aunque claro, si no quieren tomarse la molestia de pensar, ni de someter cuestiones a análisis, sigan viendo la televisión; estarán uniformemente informados.
ACRARACIÓN: NO PRETENDEMOS DECIR QUE LAS TROPAS RUSAS NO HAYAN ENTRADO EN UCRANIA, NI EN SU CAPITAL, KIEV, NI QUE ESTO NOS PAREZCA BIEN, NO. ESTO PRETENDE SER UN APUNTE DE LAS INTENCIONES SUBYACENTES, DE SER UN CONTINUO CON LOS DOS AÑOS DE LA LLAMADA PANDEMIA Y DE LA MANIPULACIÓN DE LAS TELEVISIONES BUSCANDO SU FIN SUPREMO; EL MIEDO, MÁS AÚN; EL TERROR.
El Morocho del Abasto
Adjuntamos enlace a un video esclarecedor de las tácticas televisivas.
Imágenes falsas DIFUNDIDAS por los MEDIOS // NOTICIAS – YouTube
Hoy, como siempre, el diario no hablaba de lo que ocurre.
Hoy, como siempre, el diario no hablaba de lo que ocurre.
En efecto, hoy he comido en uno de esos bares de menú que pueblan nuestra maltratada comunidad, donde, a pesar de la globalización, aun sirven una comida razonablemente casera. Uno de esos locales, cuya propietaria ha comprendido que un cliente se tarda mucho en ganarlo y un suspiro en perderlo. Una persona cabal, que sin entender de leyes, está por la legalidad y la decencia y no por esas normas denigrantes, arbitrarias, humillantes, ilegales, alegales e inconstitucionales que fuerzan a los hosteleros, bajo amenaza, a delinquir, pidiendo documentos sanitarios para lo que no están facultados.
Pedí el periódico; en los pocos locales en que aún lo compran, no hay competencia; los clientes ya no suelen pedirlo; se ha metido tanto miedo, incluso por lo táctil.
Hojeaba el Levante y me desinformaba. Ello no es relevante; con el diario de supuesta ideología rival, aquí en Valencia, Las Provincias, cabe pensar en el mismo resultado; el diario no hablaba de lo que ocurre.
No hablaba de Canadá donde sus bravos camioneros resisten, como pueden, en una verdadera acampada reivindicando su derecho a decidir sobre su cuerpo; a no inocularse.
No hablaba de su miserable primer ministro, señor Trudeau, cobarde donde los haya que amenaza con secuestrarles las cuentas bancarias. Cobarde y apoyado por el señor Biden, presidente del gigante vecino.
En Estados Unidos ocurre como en España; cada nuevo presidente hace bueno al anterior. Al menos Trump desafió al sistema y claro, perdió.
No hablaba de la gran manifestación cívica ocurrida en Madrid el pasado sábado 12 de febrero, convocada por la asociación Habeas Corpus con los jueces Rui Fonseca e Castro, portugués y Angelo Giorgianni, italiano, apoyada por la asociación Policías por la Libertad con su lideresa Sonia Vescovacci, el biólogo aullador Fernando López Mirones y otras plataformas. Miles de personas provenientes de toda España y de la vecina Portugal se manifestaron pacíficamente en contra de la inoculación infantil y por los derechos humanos, entre los que se incluyen: la libre circulación, el derecho al trabajo, a decidir sobre su cuerpo… Si esto último vale en clave feminista, ha de valer para la humanidad entera. Carmen Paris, la gran Carmen Paris, cantó su composición original, “¿Qué pasó en la humanidad que ya no puede sentir? Por tener miedo a la muerte ha dejado de vivir… No puede ser natural que te tapen la nariz..” ¿Se han enterado ustedes de eso? Esta manifestación es la mayor de una larga serie. ¿Se habían enterado de ello? ¿Por qué lo callan todos los medios mayoritarios? ¿Quién les manda callar? ¿Por qué lo hacen?
No hablaba del fraude de las pruebas diagnósticas para el Córvido 19, cuyas siglas coinciden con las Partido Comunista de Rumanía. Pruebas muy a la medida de los gestores, pues subiendo los ciclos por encima de 27 da muchos falsos positivos; por encima de 30, más de un 90% de falsos positivos. En España, según se dice se utilizan entre 35 y 40 ciclos. El creador de estos tests, el premio Nobel de Química 1993, Kary Mullis, fallecido muy oportunamente antes de la plaga coronavírica, señaló que su test no sirve como diagnóstico para detectar enfermos; es una prueba de investigación.
No hablaba de la gran pregunta: ¿Existe un virus volador? Y si hemos de creer en él… ¿saben ustedes lo que es un nanómetro? Un nanómetro es una unidad de medida equivalente a una mil millonésima parte de un metro. No me lo puedo ni imaginar. Me cuentan los que saben, que los virus, cuando los localizan, se miden en nanómetros. ¿Se imaginan ustedes cómo pueden las mascarillas contener estos bichejos?
No hablaba de que el supuesto virus no ha sido aislado ni medido, por lo que no se cuenta con el agente patógeno. ¿Cómo entonces se puede crear una vacuna? Esta pregunta, entiéndanme, está formulada desde la simpleza de este pobre escribidor.
No hablaba, tanto que se recuerdan las catástrofes de nuestro pueblo, a veces bajo forma de fiesta nacional, de los confinamientos; del primero y del segundo. Los dos ilegales; los dos inconstitucionales. ¿Cómo puede ser que sus promotores y sus ejecutores sigan ocupando cargos públicos? Sin pedir perdón, sin remordimiento, sin castigo.
No hablaba de la cantidad de miocarditis que se produce en gente muy joven; de desplomes de muerte entre deportistas de élite. ¿Cuál es el hecho diferencial, el elemento que se ha introducido a toda la sociedad en general, café para todos, sin importar edad, estado de salud, gestación…? Sin consentimiento informado, sin prescripción. Quizás, a lo mejor, es posible, como mera curiosidad, se podría analizar lo que contienen las llamadas vacunas. No conformarse con lo que declaran sus grandes empresas,
No hablaba de que éstas, antes de empezar a distribuir sus viales, se empeñaron y consiguieron que los gobiernos, en caso de adversidad, las exonerara de toda responsabilidad.
No hablaba de mi amigo arquitecto, muerto tras tres balazos: primera dosis, segunda dosis y la espuela; la de refuerzo.
Si hablaba, sin embargo, de las depresiones de los jóvenes, de sus autolesiones, de sus intentos de suicidio, muchas veces con éxito. Claro es que la pandemia ha sido tan mala… La pandemia ¿Hay una pandemia? Sí que hay una “plandemia” y estamos viendo los logros de sus gestores.
Mientras tanto, en nuestra bendita tierra, continúa el idilio.
El morocho del Abasto.
MIRAR A CATALUÑA
MIRAR A CATALUÑA.
Resulta extraño, curioso, cuando no bochornoso y decepcionante, la actitud del llamado Govern del Botànic. Ellos que tanto han mirado siempre a Catalunya, ahora que en aquella comunidad se está produciendo un debate crítico, al menos en la prensa, incluso con alguna decisión adecuada de su gobierno autonómico en torno a la crisis del Córvido llamado 2019, ahora “los nuestros” con el “ínclito y honorable”, Molt Honorable a la cabeza miran para otro lado; ahora no interesa.
En aquella comunidad se han tomado medidas coercitivas muy bestias, muy a la francesa, pues allí, del mismo modo que los del Botànic miran o miraban mucho hacia Catalunya, en Barcelona se ha mirado siempre mucho hacia Francia.
Pues bien, hace ya un buen puñado de días, allí terminaron con el ilegal y anticonstitucional pasaporte Córvido, reconociendo que era totalmente ineficaz. En definitiva, inútil: no había servido para nada. Aquí, el Virrey, Nuestro Señor de la Taifa quiere ser la reserva espiritual de occidente. ¿Les suena el concepto de otros tiempos?
Allí han hecho coincidir el día de la derogación de la obligatoriedad de la mascarilla en las calles por el Gobierno, con la reapertura del ocio nocturno. Aquí, la han aceptado, no les queda más remedio, pero lo lamentan, añadiendo que siguen recomendándola. ¿Se han parado a pensar en el enorme contrasentido? Ya no es obligatoria, pero seguimos recomendándola. ¿Alguien lo entiende? ¿Existe un virus volador maligno?
Como gran gesto magnánimo, aquí, desde hoy, permiten que los niños jueguen en el recreo sin portar el trapillo sobado que cubre la boca. Pero no piensen que lo hacen por el bien del menor, ¡no! Lo hacen por curarse en salud ante las eventuales denuncias por hipoxia y otras lesiones en los menores.
Es insuficiente, todavía, pero ante las denuncias por las inoculaciones de los niños en los colegios, al menos, ahora se exige el acompañamiento de un adulto. Tampoco, parece que sea por bondad hacia el menor, sino más bien, para volver a curarse en salud y responsabilizar al adulto acompañante de los efectos adversos de las inoculaciones.
En Catalunya, se alzan voces, se publica en la prensa que ya no procede las inoculaciones masivas; más bien selectivas. Aquí se siguen fomentando los vacunódromos y sesiones de inoculación sin cita previa, cuando para cualquier trámite, por banal que sea, administrativo o sanitario, se exige la cita previa con muchos días de antelación. ¿No es este un agravio comparativo descomunal?
En Catalunya, se abre debate sobre la caída de la obligatoriedad de portar barbijo, incluso en espacios interiores. La sociedad de Pediatría pide que se empiece por las escuelas; por los niños. ¿Es que aquí no hay sociedad de pediatría? Y si la hay, ¿a qué se dedican?
Este escribidor quiere plasmar su extrañeza ante el giro que está tomando la prensa catalana. Se insiste, ahora sí y mucho, que los contagios disminuyen a un ritmo veloz; que los hospitales se vacían a un ritmo sostenido.
Fíjense, en la diferencia de tratamiento de la misma noticia; aquí se dice que la incidencia baja ligeramente, pero que aún es muy alta; que la ocupación hospitalaria también. En resumen, la prensa, salvo honrosas excepciones, sigue siendo cómplice y voceadora del miedo. No es capaz de desmarcarse de la voz de sus amos.
Quizás, y esto es lo único especulativo de nuestro escrito, allí ya están viendo que la sociedad civil está despertando. Que, entendiendo que la vía del diálogo está muerta, se ha pasado a la de la denuncia. Los tribunales, estos sí que van a estar colapsados. Hay asociaciones y plataformas que abogan por los conculcados derechos humanos. Hay científicos eminentes, Premios Nobel incluidos, ninguneados; a los que no se les permite entrar en los debates de los expertos de la tele. ¡No hay debate científico! Se rehúye. La Constitución, ahora mismo es un felpudo deshilachado que se pisotea constantemente. Pues bien, y aquí viene la especulación: quizás allí se estén dando cuenta que tanta complicidad con la Ignominia, no iba a cursar sin pasarles factura. Quizás, por eso, están rectificando. Esto último, estimados lectores lo aportamos como una posibilidad.
Concluimos, como en otras ocasiones con ese pasaje hermoso y genial del Quijote:
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad,así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.
El Morocho del Abasto.
Y NOS PARAMOS A ESCUCHAR
Y NOS PARAMOS A ESCUCHAR.
Fue por azar, siempre el recorrido entre dos puntos es azaroso, aunque estuviera premeditado. Había congregado un grupo de gente, no diremos ni más ni menos de los que eran; no llegaría a 200. Y nos paramos a escuchar. ¿Es el número importante? Veremos que no.
La concentración era ante un conocido hospital valenciano que porta el nombre de un ilustre médico valenciano, nacido en Godella que, a buen seguro, creemos, se rebelaría contra la deriva que ha sufrido la práctica de la medicina. Se pedía, los congregantes lo hacían, exigimos, rezaba una de las pancartas, “un debate científico; es urgente y necesario”.
Este escribidor se pregunta: ¿es esto un dislate?
Otra pancarta decía: “¡No al Certificado! Los Españoles son iguales ante la ley.” Una más expresaba: “El Pasaporte Covid es ilegal. Pisotea nuestra Constitución.”
Considerando España un país de derecho así es. La Constitución sigue estando vigente. ¿Por qué entonces, todos los que la pisotean, nuestros más altos gobernantes se van de rositas? Nadie los importuna, nadie les pide responsabilidades. El poder judicial, poder independiente del Estado español, no los encausa. ¿Son colaboracionistas?
Intervinieron representantes de las diferentes plataformas convocantes. Una señora, quizás independiente, verdadera madre coraje, relató como su hijo, Aitor, murió al principio de la llamada Pandemia, en verdad plandemia, Murió por falta de asistencia. Murió, sin que le realizaran una sola analítica, bajo el pretexto del Covid, con el diagnóstico de gastroenteritis, cuando en realidad feneció por una peritonitis; por no haber sido atendido. El hospital vacío; sin presión; sin saturación: sin agobios. No le atendieron, en el nombre del Covid. Todos escuchábamos en silencio; angustiados; incluso el tráfico dejó de oírse. Escuchaban emocionados hasta los agentes uniformados, ocultos tras de sus barbijos; los únicos que los portaban. ¿Es el número importante? Vemos que no.
Se exhortó a los médicos, sanitarios en general, escuchando o no, al otro lado de los muros del edificio sanitario, siguiendo ciegamente protocolos absurdos, a que dejaran de ser cómplices en la deriva deshumanizadora por la que transita la sanidad.
Se preguntó al jefe de Servicio, doctor R. Z, presumiblemente ausente; no olvidemos que la concentración fue en sábado, que ¿por qué, por qué y por qué?
Se advirtió que los sanitarios en general, salvo honrosas excepciones, habían perdido la confianza de los ciudadanos, es más; la mayoría sentía terror ante la idea de tener que pisar un hospital.
Se ha dejado de tratar las enfermedades que siguen existiendo; el Covid, aunque se empeñen, no lo ha borrado todo. Los test cuya designación coincide con las siglas del Partido Comunista de Rumanía, invalidados por su creador, Kary Mullis, premio Nobel de Química en 1993, como diagnóstico para enfermedades víricas, no hacen más que engrosar la fraudulenta incidencia acumulada.
Todo encaminado a promocionar e inocular el medicamento milagroso. El que nos iba a salvar de todo y no lo hace de nada. Un tratamiento génico que tenía una autorización temporal y experimental que ha caducado. Pero se sigue suministrando. Se sigue presionando para inocular; dos dosis, tres dosis; nunca se tendrá la pauta completa. Son insaciables.
Ahora a los niños. Primero los de doce en adelante, ahora, a partir de los cinco años. En proyecto los de meses.
No llegábamos a 200 los asistentes, guardias incluidos. Pero a todos nos caló el mensaje. Seguro que a los agentes también. ¿Es el número importante?
Pasamos por allí y nos paramos a escuchar.
EL MOROCHO DEL ABASTO.
DOS PANCARTAS
DOS PANCARTAS.
Dos pancartas con casi dos años de diferencia. La primera, que dio la vuelta al mundo de España, nos pareció, en su momento, simplona y falaz. Uno más de esos mantras que se repiten y repiten, para que calen en la sociedad y de tanto oírlo, ésta, lo dé por válido. Emitido y redactado desde un fanatismo que se creía, como todos, con la verdad absoluta. El fanatismo, en contra de lo que sería racional pensar, es integrador, es decir; quién es fanático por una cuestión, es capaz de sumar e integrar nuevos fanatismos.
Así, según los días, y el humor, como quien cambia de vestido, se sale de casa con el rollo de pegatinas de “machista” para usarlo como arma arrojadiza contra quien no defiende el pensamiento único; otras y con más vehemencia, con el de “negacionista”. Estos últimos etiquetadores lo son, en mayor copia que los primeros y acaso, cuando actúan con ese uniforme, más crueles. Ambos actúan desde el absolutismo.
Para los que se etiquetan de machistas, se pide prisión, para los etiquetados de “negacionistas”, se pide la negación de todo: del pan y la sal, de lugar junto a la lumbre en invierno, del derecho al trabajo, del derecho a la salud, del derecho a circular libremente, en fin; de las libertades y derechos fundamentales reconocidos en la tan olvidada y denostada Constitución Española.
Mirando con perspectiva, tras dos años de vergonzosos y vergonzantes toques de queda, confinamientos arbitrarios, comparecencias de sonrojo del señor Simón, declaraciones, prohibiciones e imposiciones de los diferentes virreyes de todas las taifas arengando con embustes y prometiendo paraguas, que resultaron ser rotos, cuyo fin último era dividir a la sociedad, posiblemente, la primera pancarta, a pesar de lo simplona y falaz que nos pareció en su momento, resulte cierta. Solamente habría que hacer una corrección de léxico: donde dice machismo, habría que decir, violencia.
La segunda pancarta es impecable. Define el fanatismo, la sinrazón, el despropósito. Muestra, por añadidura, el poder que tiene el miedo cuya llama es más ávida que la de un incendio forestal.
El Morocho del Abasto
LOS REYES MAGOS
LOS REYES MAGOS.
Cuando éramos niños, qué tiempos aquellos, nuestra posición con el mito de los Magos de Oriente, pasaba por cuatro etapas.
La primera de creencia y fe ciega, la segunda de sospecha, la tercera de saber, pero querer seguir creyendo y la cuarta ya de descreídos y adultos en ciernes con la que inauguramos el viaje hacia nuestra decadencia; el niño despide al niño y abraza al adulto.
Todo, en el mundo del niño pasa muy rápido, aunque él crea que es la misma eternidad. Por ello posponer para el año siguiente lo que corresponde al presente es un error del individuo que lo aplaza motu proprio y una perversión cuando es impuesta.
Cancelar la cabalgata de Reyes sin remordimientos, es la prueba de que el niño que fuimos, lo hemos enterrado. El año que viene habrá otra, dirán algunos. El año que viene, el niño habrá pasado de fase, el abuelito que siempre lo acompañaba, quizás ya no pueda hacerlo porque habrá caído, por no haber sido atendido de su mal crónico, pero llevadero, en nombre de lo que tan de moda está.
A los políticos profesionales, a los vocacionales, a los arribistas, a los de todo pelaje, habría que explicarles que ellos, de alguna manera tibia, dan la cara, es decir; en el caso de la famosa cancelación, sabemos quién lo ha hecho. Ahora bien, se escudan en una entelequia; les autoritats sanitàries. Sería fantàstic, tot un simptoma de humanitat, cantaba Serrat, que se identificara a esas autoridades sanitarias, que supiéramos que existen, quienes son, en definitiva; que fueran reconocibles y pudiéramos saludarlas por su nombre, caso de verlas por la calle.
Es evidente que, en tiempos convulsos, como los presentes, de enfrentamiento de la sociedad de los unos por los otros por temas que deciden unas autoridades, ajenas a nosotros, que no nos conocen de nada, que se arroban la arrogancia de decidir lo que es bueno para nosotros, de café para todos, tanto mantener la cabalgata, como prohibirla, habría acarreado críticas. Dicho de otra manera, de las críticas no se habrían librado. Por lo tanto, la sugerencia, casi el ruego de este escribidor, sería que si quieren tomar alguna decisión, que sea al menos la que menos dolor produzca.
Con un poco de voluntad, se podría encontrar otros métodos que no fueran: prohibir, multar y obligar. Quizás incluso dejar vivir, trabajar y amar.
El Morocho del Abasto.